La exótica eres tú
Primer día de visita a la
ciudad de Beijing (Pekín). Piensas que llevas un calzado adecuado para pasear
pero, sobre todo, para no caerte si tropiezas, ya que esto sería catastrófico
al tener las manos llenas de mil cosas: mapas (en inglés y en chino), guías de
la ciudad, tarjeta del hotel con el nombre marcado en chino, y todos los
nombres de los lugares que piensas visitar en el día de hoy, escritos por la
amable (al menos hay una!!!!) empleada de la recepción del hotel, en su
complicadísimo idioma. Pones un pie en la calle y
sientes que mil ojos rasgados se posan sobre tí. La sensación, lejos de ir
desapareciendo, se hace más intensa a medida que te adentras en zonas más
transitadas de la ciudad. Llega un momento en que la gente empieza a pedirte
fotos, al principio tímidamente y luego directamente te piden que poses con
ellos. Te sientes como una “star”,
hasta que te tropiezas con otra turista occidental que te advierte que allí las
exóticas sois vosotras y que más te vale armarte de paciencia porque ese ritual
del posado acabará por parecerte una pesadilla, de puro repetido.
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