Los secretos de China
La Gran Muralla
En cada viaje hay algo que te engancha, que te atrapa y que recuerdas el resto de tus días como el monumento más bonito de uno u de otro país (lo que más te sorprendió, lo que más te gustó...), hasta que llegas a Pekín. Aquí todo es tan majestuoso, tan diferente, tan cuidado, tan colorista, que te cuesta elegir un solo edificio, palacio o jardín para retener en tu memoria. Sabía que la Gran Muralla me gustaría, pero no solo eso, me pareció gigantesca, grandiosa, espeluznante, una auténtica maravilla conservada a través de tantos años.
El tiempo, afortunadamente, no fue muy caluroso y pudimos subir y bajar los interminables escalones sin mucho esfuerzo, aunque las fotos, debido a la poca luz, tampoco fueran tan perfectas. En realidad no hay una sola muralla construida en línea más o menos recta, si no sucesivas construcciones de la muralla, algunas de ellas casi en paralelo a otros tramos que fueron edificando los sucesivos emperadores para custodiar las distintas ciudades y pasos fronterizos. Si se suman todos esos tramos, podemos hablar de una longitud total de 8000 kms.
La plaza de Tian’anmen
Ocupa una superficie de 40
hectáreas y es la mayor plaza pública del mundo. Es enorme, quizá demasiado
grande para poder apreciarla del todo. Fue construida para albergar actos
políticos y está dirigida hacia la entrada de la Ciudad Prohibida, rodeada por
un par de edificios del gobierno. Lo más divertido era observar las hordas de
gente, en su mayoría chinos, que se paseaban por ella y las colas que se íban
formando para entrar en ella y luego acceder a la Ciudad Prohibida.
La Ciudad Prohibida
Está situada en pleno
centro de Beijing, junto a la plaza de Tian’anmen, y se llama también el
Palacio Imperial, ya que fue el palacio de los emperadores chinos, desde la
dinastia Ming hasta la dinastia Qing.
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