jueves, 22 de noviembre de 2012

SHANGHAI PUDONG Y EL BUND

La imagen que tenemos de la ciudad de Shanghai es la de los rascacielos, edificios gigantescos y super modernos iluminados por la noche con cientos de neones de fluorescentes colores.
Esa zona (Pudong), a orillas del río Huangpu, se ha ido desarrollando sobre todo a partir de 1990, aunque fue a finales del siglo XIX cuando, por su situación estratégica, fue dominada por los occidentales (ingleses, franceses y estadounidenses) que ganaron la guerra del opio a los chinos y se establecieron allí.
Construyeron en la zona del Bund (avenida de unos 2 kms de largo, situada enfrente del Pudong) una serie de edificios de diferentes estilos (barrocos, años 20, románico, renacentista...) que le dan un aire muy especial. Es la zona de los bancos y empresas, también conocida como el "Wall Street de Oriente". Incluso cuenta con una escultura de un toro, plateada, como la que tienen en Wall Street de Nueva York.

La avenida del Bund es una de las más transitadas de la ciudad y desde allí se pueden sacar las mejores fotos del Skyline del Pudong, ya sea de noche o de día.
Hacia la mitad de esa avenida nos encontramos con un antiguo faro que actualmente se ha convertido en restaurante y bar de copas, con una terraza en lo alto. Muy recomendable.
Cruzando hacia la zona del Pudong, y una vez acostumbrados a lo imponente de sus rascacielos, no podemos dejar de visitar la torre de la Perla o de la Televisión; se trata de ese edificio característico, con una especia de bola en lo alto, que vemos en cualquier estampa, imán o souvenir sobre Shanghai. Cerca de allí encontramos todo tipo de hoteles y tiendas de lujo y uno de los centros comerciales más visitados por turistas y ciudadanos locales.
Es realmente la parte más moderna de la ciudad, así como la Plaza del Pueblo (People´s Square) o la calle comercial principal ( tipo la calle Preciados de Madrid) conocida como Nanjing Road. Eso sí, llena también de chinos que te agobian, acosan y no paran de molestarte intentando que compres alguna de sus falsificaciones (Rolex, Louis Vuitton, Chanel...uf, armaros de paciencia con ellos, porque, os lo aseguro, nunca se acaban)












jueves, 15 de noviembre de 2012

DE BEIJING A SHANGHAI

La mejor manera de conocer un país y su gente es mezclarse todo lo que puedas con ellos.

Para viajar de Pekín a Shanghai lo más fácil habría sido coger un avión para desplazarnos entre las dos ciudades, como hacen el resto de los turistas. En nuestro caso, quisimos hacer este trayecto en tren y con esta decisión comenzamos otra de nuestras "aventuras chinas".
Nuestro deseo era sacar los billetes de tren en España, pero fue del todo imposible. Solo pudimos hacerlo cuando ya estábamos en Pekín, y acudiendo personalmente a la estación de tren. El empleado que allí nos atendió por supuesto no entendía ni hablaba más que chino y tuvimos que recurrir, como otras tantas veces en este viaje, al universal lenguaje de los signos. Pagamos aproximadamente unos 65€ por persona y trayecto y nos entregaron unos billetes de tren en los que toda la información aparecía en chino. Eso te pone los pelos de punta y no consigues volver a dormir bien hasta que no compruebas, el mismo día del viaje, que el papelito que tienes entre tus manos,escrito en descifrable chino, coincide con tu destino.

Es importante llevar dinero en efectivo porque, en algunas estaciones de tren, no aceptan las tarjetas de crédito.
El día de la salida nos dirigimos hacia la estación y allí, afortunadamente, los paneles de información, con los horarios y números de trenes, también se podían leer en inglés, pero estos dos datos son los únicos que sobre tu viaje aparecen en dichos paneles, así que debes estar muy atento para no meterte en el tren equivocado.

La West Railway Station es gigantesca y, como siempre en este viaje, lo que ves por todos lados son chinos y chinos y más chinos.
Nos subimos en una especie de "AVE", parecido al "tren bala japonés", que realiza el trayecto (unos 1.400 kms) en unas 5 horas. Alrededor nuestro no había un solo occidental y tampoco en el bar-cafetería del tren, (atendido, eso sí, por unas simpáticas azafatas), donde no pudimos encontrar nada que se pareciese a nuestro tipo de comida.

Al llegar al destino, comienza la pelea de los taxistas "no oficiales" por ofrecerte el traslado a tu hotel; después de estar un rato regateando, nos subimos en una "van" maravillosa, con aire acondicionado, perfumada y sín rastro alguno de anti higiénico termo de hierbas, que nos dejó... ¡en el hotel equivocado!


domingo, 11 de noviembre de 2012

¿HIGIENE DISTINTA O DISTINTA CULTURA?


Porque claro, lo más fácil sería pensar que para ellos la palabra "higiene" no tiene cabida, ya no en su indescifrable alfabeto de negra tinta, si no tampoco en sus costumbres diarias. Pero una, que a estas alturas ya se considera una persona "muy viajada", ha aprendido que lo primero que hay que hacer al moverse por el mundo, es olvidarse del suyo propio, y visitar cada país pensando que nada de lo que se va a encontrar tiene que ver con lo que ha dejado a unos cuantos miles de kilómetros atrás, y que precisamente por eso ha emprendido el viaje, no para encontrarse precisamente en cada esquina con un "Corte Inglés" o un "Mercadona" (aunque todo se andará, ya veréis)

Pero de repente llegas a Beijing y te llama la atención que todos los chinos (vayan a "currar a la obra", o de exquisito traje "Oxford" a trabajar en su ejecutiva planta 18, o  simplemente paseando por la calle...) todos ellos llevan en su mano un termo o bote transparente en el que puedes ver claramente un fondo de trocitos machacados de hojas que en su momento debieron ser de color verde y sobre ellas un liquido turbio, que me advirtieron que solamente se trataba de agua... es decir, un té verde como en cualquier parte del mundo, que ellos beben sin descanso a todas horas y que les hace tener que "esputar" continuamente  con ruidos asquerosos, que no dejas de escuchar ni por un segundo, desde el momento en que aterrizas, hasta el instante en que despega tu avión del país del termo de las hojas verdes.



Van escupiendo impunemente por la calle; a tu lado, delante de tus pasos, por detrás de tu oreja, también los taxistas abren las puertas para hacerlo!! o bajan las ventanillas... y este asqueroso gesto es repetido una y mil veces, durante todo el día, a todas horas.

Hacedme caso, en China, es mejor no recoger cualquier cosa que se os haya caído al suelo... ni aunque se trate de un billete de 100 yuanes.


Otra rareza es el desprecio absoluto hacia los pañales. Sí, esas piezas tan útiles que nuestros bebés utilizan en sus primeros meses y primer año de vida y que tan prácticas e higiénicas nos parecen a todos. Pues allí no... vete tú a saber por qué. Yo, desde luego, no he conseguido entender ese exceso de libertad hacia esa parte de la anatomía de los niños, pero alguna explicación tendrá, supongo.

En su lugar, los chinos han decidido que es mucho más práctico recortar los pantalones de lo niñitos por la parte de abajo y, de esta forma ( siempre abierto, sin botones ni nada parecido) llevan "todo al aire" y solo hay que ponerlos en cuclillas sobre la acera ( pero donde sea, vamos, por donde les pille). Ellos se paran, agachan al bebé y...allí que dejan "su rastro"






martes, 30 de octubre de 2012

Los secretos de China

La Gran Muralla

En cada viaje hay algo que te engancha, que te atrapa y que recuerdas el resto de tus días como el monumento más bonito de uno u de otro país (lo que más te sorprendió, lo que más te gustó...), hasta que llegas a Pekín. Aquí todo es tan majestuoso, tan diferente, tan cuidado, tan colorista, que te cuesta elegir un solo edificio, palacio o jardín para retener en tu memoria. Sabía que la Gran Muralla me gustaría, pero no solo eso, me pareció gigantesca, grandiosa, espeluznante, una auténtica maravilla conservada a través de tantos años.

El tiempo, afortunadamente, no fue muy caluroso y pudimos subir y bajar los interminables escalones sin mucho esfuerzo, aunque las fotos, debido a la poca luz, tampoco fueran tan perfectas. En realidad no hay una sola muralla construida en línea más o menos recta, si no sucesivas construcciones de la muralla, algunas de ellas casi en paralelo a otros tramos que fueron edificando los sucesivos emperadores para custodiar las distintas ciudades y pasos fronterizos. Si se suman todos esos tramos, podemos hablar de una longitud total de 8000 kms.








La plaza de Tian’anmen

Ocupa una superficie de 40 hectáreas y es la mayor plaza pública del mundo. Es enorme, quizá demasiado grande para poder apreciarla del todo. Fue construida para albergar actos políticos y está dirigida hacia la entrada de la Ciudad Prohibida, rodeada por un par de edificios del gobierno. Lo más divertido era observar las hordas de gente, en su mayoría chinos, que se paseaban por ella y las colas que se íban formando para entrar en ella y luego acceder a la Ciudad Prohibida. 

 

 

La Ciudad Prohibida

Está situada en pleno centro de Beijing, junto a la plaza de Tian’anmen, y se llama también el Palacio Imperial, ya que fue el palacio de los emperadores chinos, desde la dinastia Ming hasta la dinastia Qing.














miércoles, 24 de octubre de 2012

La exótica eres tú

Primer día de visita a la ciudad de Beijing (Pekín). Piensas que llevas un calzado adecuado para pasear pero, sobre todo, para no caerte si tropiezas, ya que esto sería catastrófico al tener las manos llenas de mil cosas: mapas (en inglés y en chino), guías de la ciudad, tarjeta del hotel con el nombre marcado en chino, y todos los nombres de los lugares que piensas visitar en el día de hoy, escritos por la amable (al menos hay una!!!!) empleada de la recepción del hotel, en su complicadísimo idioma. Pones un pie en la calle y sientes que mil ojos rasgados se posan sobre tí. La sensación, lejos de ir desapareciendo, se hace más intensa a medida que te adentras en zonas más transitadas de la ciudad. Llega un momento en que la gente empieza a pedirte fotos, al principio tímidamente y luego directamente te piden que poses con ellos. Te sientes como una “star”, hasta que te tropiezas con otra turista occidental que te advierte que allí las exóticas sois vosotras y que más te vale armarte de paciencia porque ese ritual del posado acabará por parecerte una pesadilla, de puro repetido.










martes, 16 de octubre de 2012

Aterrizando

Aterrizas en Oriente, después de doce horas de vuelo, con una sensación extraña de permanecer aún dormida. Como en un sueño, se van sucediendo las caras de ángulos desconocidos de gesto serio y de mirada escudriñadora. Te sientes observada por ellos con una mezcla de perplejidad y asombro. Te diriges a la salida del aeropuerto envuelta en un idioma que desconoces y que te resulta aún más extraño aderezado por los gritos que los chinos utilizan para comunicarse entre ellos. Eres incapaz de entenderte con el taxista y él no hace tampoco mucho para facilitarte las cosas. Es casi un milagro conseguir llegar al hotel donde tenías hecha tu reserva, pero allí, por fin, parece que se empieza a hablar inglés. Ese idioma que tanto odiabas en el colegio y que tan útil te ha sido en todos los viajes, parece que por fin te será de mucha utilidad en China, aunque pronto te das cuenta que excepto en los hoteles, en el resto de cualquiera de las ciudades que visitas, apenas se entiende o habla. Te viene a la memoria enseguida esa maravillosa película de Sofia Coppola y tú también te sientes “perdida en la traducción”.





miércoles, 10 de octubre de 2012

Asia en estado puro

Hola a todos. 
Me llamo Bárbara y una de mis aficiones favoritas es VIAJAR; así, como os lo escribo, con mayúsculas. Si pudiera, me pasaría la vida moviéndome de un país a otro, conociendo diferentes culturas y gente distinta a nosotros. Cuanto más diferente, más atractivo me resulta el viaje. Ahora os intentaré transmitir lo que ha supuesto el último de mis destinos: CHINA, y la grandeza de su superficie, su cultura, sus costumbres y su vida diaria. Todo ello, visto con los ojos "poco-rasgados" de una occidental.